Festividad del Beato Manuel Gonzalez

El pasado 3 de enero, la  Unión Eucarística Reparadora (UNER) de  Sevilla participó en la celebración de la Santa Misa en la Parroquia de San Juan Pablo II de Montequinto (Sevilla). Al compartir la celebración con la comunidad de feligreses, el templo se nos quedó pequeño. Daba alegría ver familias completas, y, sobre todo, muchos niños, algunos de ellos formando parte de un nutrido coro.  

Desde el comienzo hasta el final de la Santa Misa se tuvo presente a Don Manuel.  Durante la homilía  D.  Adrián invitó a todos los niños a acercarse al altar y recordó la labor del fundador, destacando cómo le apenó ver el sagrario de Palomares abandonado y solo, y cómo, con el tiempo, D. Manuel pidió  a  algunas  personas que acompañarán a Jesús en los Sagrarios Abandonados.  D. Adrián hizo un símil  entre esta soledad de Jesús Sacramentado y la (misma)  soledad del Niño en Belén,  y que, para remediarla, los ángeles anunciaron el nacimiento a los pastores, para que fueran a adorarlo. Posteriormente, el párroco  pidió a la Hermana Paola que continuara  con la homilía. Ella explicó a los presentes cómo estar en comunicación con la presencia real de Jesús Eucaristía. Él es  un amigo que siempre está disponible.

Durante toda la Eucaristía, las voces del coro infantil nos alegraron con los villancicos de siempre.

Hermoso final cuando D. Adrián nos recordó las palabras de S. Juan Pablo II pronunciadas en la catedral de Sevilla en 1993, con motivo de su visita durante el Congreso Eucarístico Internacional: “Aquí en Sevilla es obligado recordar a quien fue sacerdote de esta archidiócesis, Arcipreste de Huelva y más tarde Obispo de Málaga y de Palencia D. Manuel González, el Obispo de los Sagrarios Abandonados…”

Después de la celebración Eucarística, los miembros de la UNER tuvieron una pequeña convivencia disfrutando de la comida y bebida aportada por todos. Momento de encuentro agradable y relajado, durante el cual D. Adrián explicó a algunos miembros de la UNER los proyectos de la Parroquia y cómo se va conformando todo, sin duda por obra de la Divina Providencia.