El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo ( 04-09-2022)

 

El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 25-33)

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: “Éste comenzó a edificar y no pudo terminar”.

¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.

De la misma manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.

Reflexión

En el evangelio de este domingo, Jesús nos presenta las condiciones para que alguien pueda ser discípulo suyo. Jesús está camino de Jerusalén, donde va a morir en la Cruz. Este es el contexto en que Lucas coloca las palabras de Jesús sobre el discipulado.

Lucas transforma las palabras de Jesús en catequesis para la gente de las comunidades. Caminaba con él mucha gente. Se insiste en que no es solamente el viaje de Jesús: hay un “caminar juntos, como hermanos”.  Jesús habla a grandes multitudes, habla a todos y nos habla también a nosotros hoy. Estos serán los futuros proclamadores del mensaje de la salvación. No está en juego solamente el presente del discipulado sino también el futuro de la evangelización.

Hay una condición que cumplir para ser discípulo y es renunciar aquello que se anteponga a la persona de Jesús, (padre, madre, hermano, hermana, …) Se trata de una renuncia a colocar en el centro a una persona diferente de Jesús. Jesucristo nos deja siempre la libertad para escogerlo. Además, Jesús entiende que la opción por Él implica un desplazamiento interior y exterior. “El que no carga con su cruz y me sigue”, Jesucristo repite la frase “no puede ser discípulo mío”, no en el sentido de no ser admitido sino “no ser capaz” de vivir el discipulado como debe ser. Todos, absolutamente todos los intereses, quedan en segundo lugar cuando uno se compromete con Jesús.

En palabras del Papa Francisco, este es el estilo cristiano. Nos invita a coger nuestra cruz y seguirle, porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el camino de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana.

Jesucristo también nos habla del desapego, del desprendimiento total si aceptamos su llamada. Tomar la decisión de seguirlo es aceptar todas mis cruces, es decir mis imperfecciones, problemas, pecados, dudas y todo aquello que me hace ser mundano. Con esto acepto que Jesucristo me quiere como su discípulo. La llamada que nos hace es a la vida eterna, preparándonos desde hoy. Esto nos debe hacer entender que renunciar a todo, significa poner a Jesús en el centro de mi vida, que todo lo que está a mi alrededor es temporal y lo único verdadero es seguir el mensaje de Dios.

En el texto también nos encontramos dos parábolas como la del constructor y el rey que va a la guerra y las dos tienen el mismo objetivo: llevar a las personas a pensar bien antes de tomar una decisión. Nos da una enseñanza clara, cuando una persona no cuenta con suficientes recursos no debe embarcarse en una empresa que de antemano sabe que va a fracasar y que pondrá su nombre en ridículo frente a sus conocidos. Al final de la lectura, Jesús nos enseña que un compromiso a medias es peor que un rechazo total. Seguir a Jesús, exige un compromiso total y sin vuelta atrás, es decir, perseverante. Sin ese desprendimiento y libertad de corazón el discipulado será un fracaso.

El evangelio de hoy me delata, me hace pensar y reflexionar que al igual que muchos en aquel tiempo, camino tras Jesús y en este seguimiento mi actitud de respuesta debe ser fiel y comprometida. Debo optar por cargar mi cruz cada día y las dificultades que se me presentan, verlas como una oportunidad para mi crecimiento humano y espiritual. Estas dificultades me las encuentro cada día en la familia, en el trabajo, en la comunidad, con amigos y en muchos sitios y me cuesta tanto trabajo encauzarlas como tú me pides… En los momentos en que me siento cargando una cruz muy grande, me cuesta tener la certeza de que Jesús va caminando a mi lado.

También me llama la atención cuando nos dices “cualquiera de vosotros que no renuncie a todo lo que posee no puede ser mi discípulo”, y esta renuncia para mí no es solo a lo que nos ofrece la sociedad, el mundo actual, sino en mi manera de pensar, en mis rígidos esquemas mentales y en mi manera de querer controlarlo todo con mis fuerzas.

Sé de sobra que me pides unas responsabilidades y compromisos que requieren ese desprendimiento verdadero de las cosas del mundo, a las que durante tanto tiempo he puesto en el centro de mi vida. A ciegas y con muchos altibajos camino para responder con un SÍ al compromiso que me pides. En numerosas ocasiones nos llamas a ser felices y amar con el mismo amor con que tú nos amas, compartir ese amor misericordioso es sin duda el mayor regalo, es encontrar el bien más grande y para eso debemos ser siempre constantes y humildes.

Gracias Señor una vez más por tu Palabra, por la llamada que Tú me haces cada día a vivir en constante discernimiento, a cargar con mi propia cruz, la cruz del seguimiento. Gracias también por mi familia, mi esposa y mis hijos que me ayudan en este camino de seguirte con radicalidad, con entrega, renunciando a las cosas que no me sirven para tenerte como centro de mi vida.

Te pido Señor que me ayudes a perseverar siendo humilde, más prudente y sencillo, para caminar con la confianza puesta en ti y la seguridad de hacer lo que Tú me pides. Como dice la canción:

Donde Tú quieras quiero vivir.

Cuando Tú quieras, como Tú quieras.

A tu manera, con alegría,

como tu hiciste sembrar mi vida.

Como Tú quieras, donde Tú quieras.

Sin traducirte fiel y sencillo.

Dispuesto siempre como tu hijo.

Como Tú quieras, donde Tú quieras.

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