La Parroquia San Juan Pablo II acoge la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado el martes 28 de septiembre

La Parroquia San Juan Pablo II celebrará la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2021, el martes 28 de septiembre con una Eucaristía a las siete y media de la tarde, una ocasión para reflexionar sobre el drama que viven las personas vulnerables en movimiento y para rezar por ellas mientras enfrentan múltiples desafíos.

Seguidamente, tendrá lugar un encuentro sobre el mensaje de la Jornada escrito por el papa Francisco para esta edición, que contará con la participación de D. Salvador Diánez, delegado diocesano de Migraciones; José Mula, miembro del Proyecto Nazaret y Eloísa Padilla, directora de Cáritas parroquial de San Juan Pablo II.

La disertación será en la Sala Karol, a las ocho y media de la noche.

Nuestra Parroquia ha sido una casa de acogida para inmigrantes provenientes de distintos países, cuyos feligreses se han integrado en los diferentes movimientos y pastorales. Esta ocasión es propicia también para conocer los diferentes proyectos que desarrolla Cáritas parroquial con los jóvenes extranjeros del Centro Miguel de Mañara.

Sobre la Jornada Mundial del Migrante

La Jornada Mundial del Migrante y Refugiado se celebra desde 1914 y el lema elegido por el Santo Padre para esta edición es Hacia un “nosotros” cada vez más grande. Al respecto, el papa Francisco expresó que “para los miembros de la Iglesia este llamamiento se traduce en un compromiso de fidelidad a su ser católicos, cumpliendo lo que san Pablo recomendaba a la comunidad de Éfeso: Uno solo es el Cuerpo y uno solo el Espíritu, así como también una sola es la esperanza a la que han sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”.

Delegación diocesana de Migraciones

Salvador Diánez, delegado de Migraciones de la Archidiócesis de Sevilla, ha expresado que “con el lema de la Jornada el Papa nos coloca de nuevo ante el horizonte de la fraternidad. Nos invita a salir de un nosotros pequeño, reducido por fronteras, intereses políticos o económicos, para ir a un nosotros incluido en el sueño de Dios, en el que vivamos como hermanos compartiendo la misma dignidad que él nos da”.

En esta línea “el papa Francisco insiste, desde hace tiempo, que como cristianos seamos capaces de hacer realidad una fraternidad abierta, que permita reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar donde haya nacido o donde habite; una fraternidad que, reconociendo la dignidad de cada persona humana, pueda hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad”.

Ante la petición del Santo Padre de “abrir el corazón a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas”, sin duda alguna, “las comunidades cristianas se enriquecen, se hacen más comunidad”, reflexionó.

 

 

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