No estás lejos del reino de Dios (31-10-2021)

No estás lejos del reino de Dios (Mc 12, 28B-34)

En aquel tiempo, un escriba se acercó y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?». Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Reflexión:

Los judíos tenían muchos preceptos que tenían que cumplir y en los que había poca cabida para el amor. 613 preceptos de la Torá, los primeros cinco libros de la Biblia, en ellos se relatan las instrucciones dadas por Dios para su pueblo, a través de Moisés, en las que se detallan holocaustos, sacrificios y ofrendas. Estos preceptos tratan sobre numerosos aspectos de la vida de los israelitas en Canaán. Ahora, Jesús viene, no a abolir la ley, sino a darle plenitud. De manera que unifica los 613 preceptos en dos:  amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Así que cuando un letrado, o estudioso de la ley, le pregunta que de todos los preceptos cuál es el más importante, Jesús indica estos dos. Jesús define lo principal de la ley: el amor a Dios y al prójimo. Sin amor, de nada valen holocaustos, ni ofrendas, ni sacrificios. De esta manera Jesús entra en diálogo con este sabio.

Señor, yo quiero, también, entrar en diálogo contigo, tengo muchas preguntas que hacerte, ¿Cuál es tu voluntad en mi vida?, ¿Cómo quieres que te ame?, ¿Cómo quieres que ame al prójimo de manera concreta?, ¿Quién es mi prójimo?

Yo sé que tú siempre estás ahí, y me escuchas, igual que escuchaste a este letrado, pero también me pides a mí que te escuche. Así como le dices al sabio: “escucha Israel”. Porque, tu Señor, me hablas, y yo… no te escucho. No te escucho Señor porque tengo el corazón lleno de otros dioses, y tu Jesús quieres ser el dueño de mi corazón. Como dices en la conversación con el letrado: “el Señor nuestro Dios es uno”.

¡Oh Señor! ayúdame a deshacerme de todo lo que no me deja que tú seas el único en mi corazón. Señor, todo mi corazón es para ti, toda mi alma es para ti, con mi inteligencia y mi voluntad, toda mi mente es para ti, y todas mis fuerzas son para ti. Que no malgaste yo mis fuerzas en otros dioses, Señor Dios mío. ¡Sólo Tú! dame Señor un corazón generoso para amar al prójimo como a mí mismo, este mandamiento ya me parece dificilísimo, sin tu ayuda es imposible.  Señor, ¡cámbiame el corazón!, Señor, mi Dios, y dame un corazón semejante al tuyo, para que así pueda amarte y amar a mis hermanos.! Sola no puedo, Jesús!

¿De qué me sirven todas mis obras, Señor, ¿si no pongo amor en ellas? ¡ayúdame, Señor! a amar como tú amas, dando la vida como tú la diste por mí, dando la vida por amor a ti y a mis hermanos. Porque tú estás en mis hermanos y mi prójimo, Señor. Cada obra que hago a un hermano es como si te lo hiciera ti. ¡Qué pobre corazón, Jesús!, ¡qué pobre corazón tengo!, que no es capaz de verte en el hermano.

Aumenta mi fe, Señor, para que te vea en el hermano.

¿Cómo negarte así nada, Señor?

 

 

Posts Relacionados