“Los fue enviando” (11-07-2021)

“Los fue enviando” (Mc 6, 7-13)

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió:

-«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»

Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

REFLEXIÓN

Diálogo:

  • ¿Me estás llamando Señor?… ¿sí? … ¿a mí? … No puede ser, creo que usted Señor se ha equivocado de número… ¿No? ¿Es para mi la llamada? ¿Y que ya me has llamado varias veces?… Pues no ha sonado, y el teléfono está encendido…
  • ¿Qué decía: “apagado o fuera de cobertura”? No puede ser…, pero si el teléfono está siempre encendido… Ah! Que no era a ese al que llamabas, que estabas llamando al otro, ¿al otro?…¿a cuál?… ¿al de dentro?… ¿Cuál es ese?

Al del corazón, a ese te estaba llamando desde hace tiempo, … y hasta que no lo has encendido, no has respondido…

perdona Señor mi sordera de corazón. Habla que tu siervo escucha, aquí estoy para hacer tu voluntad.

El Señor hoy me llama, me vuelve a llamar y me envía. ¡Que paciencia!

Ei… Ei…., sí a ti!, también te llama a ti que estás escuchando este audio, y por eso dice que los fue enviando de dos en dos.

No quiere que vayamos solos, que nos salvemos solos, mejor en grupo, en familia, en parroquia, una misión conjunta de toda la Iglesia.

… Ya Señor,… no me despisto, que esta llamada era para mi, que los demás ya tienen la suya, ah…ya… vale…vale…

¿Y dices que me das autoridad?, y ¿que vaya con un bastón y nada más?, ¿unas sandalias y ni una túnica de repuesto?… eso sería en aquellos días Señor, en estos días nuestros, como me encuentre a alguien con un bastón, la misma túnica todos los días y unas sandalias, …lo menos que se me ocurre es que tiene autoridad sobre los demonios o que fuese capaz de curar algo, de curar enfermos…

Pero Señor,    si hoy, no es que tengamos túnica de repuesto, es que tenemos muchas, muchas túnicas de repuesto, y de sandalias, ni te digo, las de verano, las de invierno, las de entretiempo, las de casa, las de vestir, la de este color, la del otro color…

¿Entonces todo esto sobra? … Ya Señor, “para este viaje no hacía falta alforjas”, ….

San Francisco de Asís te cogió al vuelo, nunca llevaba dinero encima.

O Santa Teresa que también lo entendió rápido: “…quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.”

Y ahora Señor, ¿Qué hago con todo lo que he acumulado?,

ah… nada…. Lo que tengo que hacer es cambiar la escala de valores, poner por delante de todo eso, lo esencial, el amor a Dios y al prójimo, cambia el enfoque del objetivo y enfocar hacia la otra vida, la eterna y no quedarme mirando en esta,

da la vuelta, cámbiate, conviértete y podrás predicar la conversión y entrar en mi Reino, eso es lo que quiero de los que me seguís, de los que os hacéis llamar “Cristianos”.

Sin embargo, lo más fácil para mi es acomodar tu palabra a nuestros días, pues necesito acomodarla por lo lejos que me queda, y empiezo a buscar explicaciones, justificaciones, excusas, para eso, para acomodar tu mensaje, para que yo me siga sintiendo cómodo, en mi zona de confort, en mi zona de control.

Señor, ayúdame, y los dos iremos vaciando este corazón embotado con tantas cosas superfluas, innecesarias, que solo me llevan a desesperanzas, frustraciones, quejas… Y ve llenándome de ti, que vaya libre y ligero de carga, para caminar más, sólo con tu amor y toda la confianza puesta en Ti que eres el dulce refugio.

Ojalá Señor llegue un día en que pueda “sacudirme el polvo de los pies”. Será muestra de que hice camino, de que me atreví a predicar la conversión, de hablar de tu amor a los cuatro vientos, predicar la paz interior que viene de Ti, y la curación de las heridas del alma que solo Tú sabes curar.

ORACIÓN

Gracias Señor por este diálogo que me has concedido, que todo sea para mayor gloria tuya. Y si me eliges por algo de lo que Tú ya me has dado, pues gracias dobles, por el don y por volver a elegirme.

Venimos de tu Cuerpo y de tu Sangre, envueltos por tu Sagrado corazón y el Inmaculado corazón de la Madre, y ahora somos enviados.

Señor gracias por rescatarme, por recuperarme, por llamarme una vez más y enviarme, aunque se me haga grande, aunque me tiemblen las piernas, aunque crea que no puedo, aunque me tiemble la voz,

Gracias Señor por regalarnos el camino, por hacernos ver el rumbo acertado, y como dijo “la piedra”, Tu tienes palabras de vida eterna ¿a quién iremos?

Gracias Señor por permitirme ver de cerca los frutos de esa Iglesia en misión, por experimentarlos y tenerlos presentes en la parroquia. Gracias Señor porque nos ayuda a mantenernos firmes en la fe y en la esperanza.

Tú me has liberado y me has enviado, dame fe, que no me falte la fe Señor, quédate conmigo, que no quiero ser un    “cristiano antitestimonio”,  como dice el Papa Francisco.

Envíame tu Espíritu Santo, ya sea suave o impetuoso, pero que esté siempre conmigo, el Don de los Dones, que me capacite en la misión que tengas para mi, día tras día, y me haga valiente.

En el día de San Benito, “ora et labora”, que el fruto de nuestro trabajo de misión tenga siempre su cimiento firme en la oración, así alcanzaremos tu misericordia, de una forma digna y plena, como solo tú te mereces.

Gracias Señor porque con tu envío me das una nueva oportunidad para salvarme y ayudar a salvar.

Gracias Señor por estas enseñanzas e inspiraciones, fruto del Espíritu Santo y de tu amor por mi.

Virgen María, Madre, Mamá, reina de los apóstoles, primera discípula escuchando a Jesús y primera enviada en misión: “ahí tienes a tu hijo”, misión aceptada sin pronunciar palabra. ¡Qué ejemplo! ¡que modelo en todo!, no me sueltes de la mano, santísima Virgen María.

Te pido perdón Señor, muchas gracias por todo lo que haces por mí y que sea siempre lo que Tú quieras Señor.

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