“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo” (08-08-2021)

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo” (Jn 6, 41-51)

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:

-«¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo:

-«-No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios.” Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

REFLEXIÓN

Feliz domingo, día del Señor, queridos hermanos. La Palabra de Dios que hoy se proclama nos invita a la transformación personal y total de cada uno de nosotros.

Primero empieza el Señor lanzándonos un mensaje bien claro y directo: No critiquéis. Ya sabemos que al Señor no le gustan los que se las dan de entendidos; y aquí, en Sevilla, ya sabemos que de esos hay bastantes; seguro has coincidido más de una vez con alguna persona que da igual el tema del que se hable, ya sea de los toros, del propio Coronavirus, de las ciclogénesis explosivas… que esa persona siempre tiene una palabra que dar. Es gracioso. De hecho, ahora que estamos a punto de concluir los JJOO de Tokio 2020, en especial los más deportistas, no sé por qué en estas fechas todos entendemos de todas las modalidades olímpicas…vamos, que en las próximas Olimpiadas de París 2024 si se estrenara la modalidad de parchís en tierra batida, todos entenderíamos también de esto ja ja ja.

Pero el Señor te propone hoy que no mires tanto a fuera, a entender de las cosas del Mundo, que no seamos tan redichos, sino que nos miremos un poco más adentro; y que te centres en tu propia transformación personal, no en la de tu amigo, tu familiar o tu compañero de trabajo que andas empeñado que a ver si logro que se convierta; pues yo, por supuesto, estoy ya convertido. Pues por ahí te equivocas, ya lo dice Jesús: “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado”. Así que no te preocupes tanto por las conversiones de los demás, como mucho limítate a rezar por la transformación de sus almas, de sus corazones.

Ya lo decía Madre Teresa de Calcuta cuando un periodista le preguntaba: Madre, ¿y cómo cambiamos la Iglesia? A lo que ella respondió: “cambiando tú y cambiando yo, hijo”.

Así, hoy el Señor te invita a que te ciñas a tu propia conversión de tu corazón, de tu alma. Y la mejor noticia de todas es que EL se te da por entero. Él, en ese PAN VIVO que hoy tienes la oportunidad, el regalo, de recibir , quiere tener hoy, sí hoy, UN ENCUENTRO PERSONAL CONTIGO.

Y déjate transformar por el pan vivo que ha bajado del cielo.

ORACIÓN

Yo, Señor, cada vez quiero entender menos…

Y así darte el máximo espacio posible dentro de mi mente, dentro de mi corazón, dentro de mi ser, … para recibirte Señor en la mejor de las disposiciones posibles, preparando previamente la Eucaristía y no llegando a la hora punta con la lengua fuera; acompañándote en el momento de tu sacrificio, de tu consagración, y manifestándote cuánto te amo;

Tú Señor, no me preguntas cuán digno soy para recibirte; si no cuánta necesidad tengo de ti, Señor.

Señor, haznos cada día un poco más conscientes del regalazo que nos haces, bajando del cielo y entregándote tú, PAN VIVO, por completo a cada uno de nosotros; dándonos un achuchón bien fuerte cada vez que te recibimos en la Comunión.

Espíritu Santo, ven; Espíritu divino haznos dóciles y fieles, y concédenosla gracia para no acostumbrarnos a ello; a no tomarlo como un check-list más a poner en la lista de nuestro Domingo, de nuestro día a día.

Pero, sobre todo, Señor, haznos más consientes del privilegio que tenemos de recibirte en comunión a ti; Espíritu Santo, ven, y danos la gracia para transformar nuestras almas, nuestros corazones, nuestras vidas; que persevere la LUMINOSIDAD de nuestros rostros, Señor, como el de Moisés.

Así, Señor, empezaremos a tener como verdadero y único horizonte la vida eterna; y será entonces cuando sólo entenderemos de Resurrección, de Resurrección y de Resurrección.

 

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