Perdonad, y seréis perdonados (1-03-2021)

Perdonad, y seréis perdonados (Lc 6, 36-38)

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

REFLEXIÓN

“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” ¿Cuánto es eso? ¿Cuánto de misericordiosa tengo que ser con los demás? Pues la respuesta que me da Dios es infinita. Dios tiene una misericordia infinita conmigo, me espera, me perdona…siempre y todo tiene una paciencia y una comprensión inmensa hacia mí. Esa es la medida con la que nosotros tenemos que perdonar los defectos de los demás y la paciencia con la que tenemos que ver las limitaciones de los demás ¿o es que nosotros no tenemos defectos y limitaciones que los demás nos soportan? Nos pide infinita compasión mostrando en todos y en todo la bondad de Jesús.

“No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados”
¿Porqué siempre estamos midiendo a los demás con nuestro “limitado” y
“sesgado” rasero? Nos dedicamos a juzgar y opinar de las demás pasando todo por el tamiz de nuestro juicio ¿Quiénes nos creemos nosotros para atrevernos a eso? ¿es que nuestro criterio es el único válido y verdadero?. Nos atrevemos a imponer nuestras ideas sobre los demás aún cuando no sabemos nada de lo que ocurre en el corazón de la otra persona y ni siquiera intentamos acercarnos
a él. Solo lo sabe Dios y Él no lo juzga ¿por qué nosotros nos atrevemos con tanta libertad? A saber qué cruces y qué heridas lleva esa persona en su interior. Dios nos pide acompañar a las personas que ha puesto en nuestra vida inundándolas de amor y no intentando imponer en ellas nuestro estrecho y limitado juicio. Mirar con la mirada de Jesús.

“Perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros”. ¿Quiénes son los demás? ¿Cuál es la medida del amor de Dios? Es un amor sin medida, y así tengo yo que amar a todos y cada uno de las personas que Dios va poniendo en mi vida. Dios nos está pidiendo dar amor infinito a los demás. A todos, incluso los que me hieren en la mejilla. Y aquí Dios me interpela no solo a que sea yo la que vaya inundando de amor, sino a que incluso vaya por delante sobre todo con esas personas que más me incomodan. Antes incluso de que la otra persona actúe, ser yo la que siembre un escenario de amor. Solo así podremos cambiar esas relaciones
dominadas por el egoísmo que tanto daño nos hacen a todos. Dios me pide tener siempre presente que su perdón, su amor y su comprensión hacia mí son infinitos y así es como yo debo ver y tratar a los demás.

Perdonar. Una cualidad difícil de comprender y difícil de realizar para casi todos nosotros, estamos tan acostumbrados a juzgar, a señalar, a criticar … ¿pero a perdonar?

“¡Pero es que fue muy grande la ofensa, pero es que no tenía por qué hacerlo, pero es que yo no me merezco eso de parte de ella o de él!”. Esos son nuestros comentarios y disculpas ante terceros.

Sin embargo, esta es la parte más importante de esta solicitud que nos hace el Señor en tiempo de Cuaresma. Quizás son días para empezar un cambio grande en nuestras vidas, quizás no deberíamos dejarlo pasar asistiendo solo a las misas dominicales, practicar el ayuno… quizás Jesús nos está reclamando a su lado, mucho más cerca, mucho más parecidos a Él como hijos suyos que somos… quizás es momento para reflexionar desde nuestro corazón y decidirnos a empezar un nuevo camino.. el camino del perdón.

Aun cuando creamos que todo está perdido, aunque creamos que no lo lograremos, ¡aunque duela mucho la ofensa, tenemos aun nuestra voluntad, nuestra fe, la promesa infinita de nuestro Señor que es bueno y perdonador, grande es su amor por todos los que le invocan. Porque el que perdona la ofensa cultiva el amor, el que insiste en la ofensa divide a los amigos, nos dice el Señor en proverbios 17,9.

ORACIÓN

Señor ¡Qué difícil la tarea que nos encomiendas! ¿Amor, perdón, paciencia y comprensión infinita con todos? Con qué facilidad exigimos nosotros todo esto a los demás cuando no me paro ni a ver si yo lo estoy haciendo. Estamos siempre mirando y observando a los demás cómo actúan hacia nosotros y exigiendo siempre más amor, más atención y juzgando si me han dicho esto o han hecho aquello y ¡qué poco nos observamos sobre cuanto amor, cuanto perdón y cuanta comprensión damos a los demás. Exigimos a los demás lo que nosotros no nos paramos siquiera ni a ver si ofrecemos.

Señor sé que me pides que vaya yo por delante sembrando perdón y amor incondicional, sin esperar nada ni juzgar. Sé que me pides infinita comprensión y empatía con los demás, incluso con las personas que menos me agradan.
Para ello sé que sola no puedo, sé que para ello tengo que acudir a tu infinito amor y tu infinita compasión y comprensión conmigo. Solo sintiéndome arropada e inundada por tu inmenso amor y tu inmensa misericordia seré capaz de salir de mi misma y de lo que yo quiero y necesito de los demás para invertir el sentido de todo esto y ser yo la que me dé a los demás con infinita comprensión.
Señor, ayúdame a reconocer tu amor y ser reflejo de ese amor en los demás.

Posts Relacionados