Señor, auméntanos la fe (01-10-22)

Señor, auméntanos la fe (Lc 17,  5-10)

Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor les contestó: «Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ´Arráncate de raíz y plántate en el mar´, y los obedecería. ¿Quiénes de ustedes, si tienen un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ´Entra enseguida y ponte a comer´? ¿No le dirá más bien: ´Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú´? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación? Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ´No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer´».

Reflexión

Este pasaje evangélico es un termómetro para medir nuestra fe. ¿Tengo suficiente fe como para mover las montañas (dificultades, problemas, contrariedades) que se me presentan en mi vida? ¿Y qué lugar ocupa «mi yo» en mi familia, colegio, trabajo…? ¿Soy el dueño o el servidor? Quien tiene fe también sabe ser humilde y conocer cómo Dios está presente dirigiendo nuestra vida. Hay que hacer nuestra esta oración y repetirla constantemente: Señor, auméntanos la fe.

Auméntanos la fe
¿Qué tipo de fe tengo? Quizá una fe que espera contar siempre con «buena suerte» y por ello sólo le pido a Dios que no me pase nada, pero cuando surge alguna contrariedad entonces todo se desmorona. O tal vez una fe de sentimientos, que sólo acepta y cree en Dios cuando todo va bien, cuando somos felices, pero a la primera tristeza, dolor, pareciera que Dios no existe, o que la misa, la Eucaristía, la confesión carecen de valor ante el sentimiento herido… Señor, auméntanos la fe.

El dueño y el siervo

Pareciera que el contenido de la segunda parte de este pasaje no continúa con la temática de la fe. Pero en realidad la hace más fuerte. Porque la humildad es un modo concreto de vivir la fe. El tener nuestro lugar, lo que somos delante de Dios eso es lo que somos, no la proyección social de un mundo que se tortura por crear máscaras, etiquetas para colocar en las personas: lo que usas, lo que vistes, con quién te llevas, a dónde sales… ¿Qué lugar ocupo actualmente? ¿Permito que Dios sea el dueño de mi existencia? ¿O me dejo llevar por toda la presión social que busca por todos los medios destruir a Dios de la vida de las personas? La humildad es la verdad, ni más ni menos, lo que soy delante de Dios, ese soy yo.
Los católicos tenemos una misión concreta: que Dios sea conocido y amado. A ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir, quien nos enseñó que los últimos serán los primeros y quien dio su vida por amor a cada uno de nosotros. Sólo la fe nos hace capaces de realizar actos generosos para ayudar al prójimo.

Propósito: Dejaré que Dios sea realmente el señor de mi existencia.

Posts Relacionados