Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios (Mc 16, 15-20)

Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios (Mc 16, 15-20)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:   

«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


Reflexión

Hoy celebramos la festividad de la Ascensión del Señor. Y en el mensaje de hoy, el Evangelio es todo un mandato: «Proclamen la Buena Noticia a toda la Creación»; a  toda. De nuevo Dios no hace acepción de personas, quiere que todo el mundo se salve, su Evangelio es para todos y a todos puede llegar su Gracia. Por eso, en lo cotidiano, debemos llevar la buena noticia de la resurrección a nuestro entorno, sin esperar que nadie nos felicite ni nos diga lo buenos que somos, esto queda entre nosotros y Dios, y las gracias derramadas son regalos de Dios para toda la Creación. No seamos nosotros los que hagamos acepción de personas, tratemos a todos por igual. “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie”, refiere el papa Francisco, en Evangelii Gaudium,

Jesús nos dejó el testigo para que siguiéramos la carrera.

Jesús, después de su resurrección, ha estado un tiempo con nosotros pero ahora tiene que partir, volver a la unión con su Padre. Cuando leemos el evangelio observamos que su tiempo en la tierra fue corto pero dejo una estela de luz, de amor, de  justicia y  de paz por los lugares que paso.

Para muchas personas quizás esta fiesta de la Ascensión sea irrelevante, para otras el cielo será un lugar físico al cual iremos todos, otros pensaremos que el cielo es la unión con Dios si hemos vivido terrenalmente en la gracia de Dios.  Pero no pensemos en una ascensión física, sino espiritual.

Jesús se despide, pero nos deja nosotros la misión de seguir sus pasos, de ser sembradores de luz, de justicia, de paz y de amor, porque el Reino de Dios aún no esta en su plenitud, nos toca trabajar, sembrar, abrir nuevos caminos puestos que los tiempos cambian y la fe debe seguir siendo un pilar importante en la vida de las personas.

En ningún momento debemos sentirnos solos porque Él esta en comunión con nosotros, Ve que estamos desanimados, que nos sentimos huérfanos, desamparados y nos envía su Espíritu. Por todo lo anterior, deberíamos caer en la cuenta que en el mandato de «Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación» Él cuenta con nosotros, confía en nuestra madurez y apoyo incondicional, porque todos somos el pueblo elegido, no sólo los católicos si no su pueblo

La Ascensión es un acontecimiento muy importante, porque todos ascenderemos con Él, nadie será privado de vivir el gozo de la unidad con el Padre.

Anunciar implica ser dóciles a la voz del Espíritu Santo, que nos pone en camino y nos da la fuerza. Anunciar es abrir la boca, abrir la vida y el corazón para compartir algo que es más grande que nosotros, la Buena Noticia de la salvación. Por eso preguntémonos: ¿Cómo estoy anunciando a Jesús hoy?

oración

Queremos ser conscientes, Padre Dios, de la misión que nos confió Jesús antes de su partida.
Quiso que nos sintiéramos hermanos unos de otros  y repartiéramos el pan por igual entre todos, que veláramos que no le faltara nada a los más débiles.
Nos encargó que hiciéramos de este mundo su reino, un mundo ideal, donde no hubiera pobres ni marginados y todos pudiéramos ser felices. Y supimos que no debíamos mirar más al cielo sino a nuestro alrededor.

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