Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos (14-11-2021) 

REUNIRÁ A SUS ELEGIDOS DE LOS CUATRO VIENTOS (MC 13, 24-32)

Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potestades de los cielos se conmoverán.
Entonces verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de la higuera esta parábola: cuando sus ramas están ya tiernas y brotan las hojas, sabéis qué está cerca el verano. Así también vosotros cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que es inminente, que está a sus puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.
Pero nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

REFLEXIÓN

Se acerca el final del tiempo litúrgico y encuentro en este pasaje, al Señor, solemne, apocalíptico, removedor de ánimos adormecidos, para sacarme una vez más de mi zona de confort. No quiere el Maestro verme acomodado, amodorrado, es decir, desparramado a mi modo y manera. No quiere encontrarme ni siquiera distraído cuando aparezca sobre la nube rodeado de gran majestad y gloria para poner las cosas en su sitio. Para acabar su obra redentora que emprendió, en su primera venida, con el acto de humildad y obediencia infinita de su encarnación, muerte y resurrección. Para poner el punto y final a la historia de la salvación, dando a cada uno lo suyo. Deseoso de repartir solamente matrículas de honor en el examen del amor que se va a celebrar de manera inminente y sin fecha anunciada al atardecer de la vida. Porque ni siquiera el Hijo, Dios hombre, conoce el momento establecido por el Padre, que solícito y sabedor de mi tendencia a dejar el empeño en la tarea para última hora; me incita a llevar al día la asignatura, a no dejar para mañana lo que puedas hoy amar.
Por todo esto, mi amigo Jesús que tanto me quiere; que tantas veces perdona mis infidelidades y conoce mis miserias me requiere para que persevere con seriedad, recordándome que: “pasarán el cielo y la tierra pero mis palabras no pasarán”.

ORACIÓN:

Señor Jesús, dueño mío, creo firmemente que estás sentado a la derecha del Padre, y que en cualquier momento vendrás de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos, y que tu reino no tendrá fin. Lo creo porque así me lo infundió tu Santo Espíritu un cinco de julio de hace muchos años, unos días después de nacer. Pero también lo creo porque me lo dice el corazón, ese donde guardo los mensajes que tú me envías y que con tu bendita misericordia abriste poco menos que a la fuerza.
Es por esto, que quiero estar atento a las yemas de la higuera, para ver si algún brote se insinúa y me recuerda que aspiro a verte en cuerpo glorioso llegar sobre mí, no como juez inquisidor, sino para hacerme partícipe de la gloria y la paz de tu reino sin fin.
Pero eso Señor, no va a ser posible si tú no me mandas tu gracia, para que pueda yo vivir cada día enredado en la apasionante tarea de descubrir y cumplir tu voluntad.
Así que como el peregrino ruso te pido: ¡Señor Jesucristo, ten piedad de mí!.

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