Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos (22-02-2021)

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos.

(MT 16, 13-19)

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?». Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».

Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

 REFLEXIÓN

Y vosotros ¿Quién decís que soy yo?

Esta pregunta va precedida de otra hondamente teológica ¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre? (quem dicunt homines esse Filium hominis?) En la frase no cabe una coma, en 6 palabras condensa el Señor todo el Pentateuco, es Palabra de la Palabra. No podemos por más que contemplar admirados como el propio Cristo quiere llamarse a sí mismo “hijo del hombre”, Él que es una Persona Divina, asume física e intelectualmente nuestra naturaleza humana. Hijo del hombre. El Amor de Dios por el hombre no tiene límites, se ha hecho carne por Amor, quiere ser el Hijo del hombre, ocupar su debilidad, cargar con sus contrariedades, su penas, angustias, sufrimientos, que mayor consuelo tenemos que Getsemaní, que el Calvario! Oh, Hijo del hombre!

En Mateo 16,13 llegan extasiados tras largas jornadas de peregrinación, 70 kilómetros desde Magdala [y es que el Señor acabará en su Cruz previamente desgastado, absolutamente consumido de entregarse, cómo estarán sus Pies? sus Rodillas? sus Manos? como tendrá la Espalda? la Cara después de tantos días caminando al sol?], pero no por ello desiste el Señor ni un solo instante de continuar con Su Plan Salvífico, para Él cada segundo cuenta (hasta nuestros cabellos están contados).

El Señor lo sabe todo, Él es el que Es (Ex. 13,14), al preguntar no busca obtener un conocimiento para Sí, Él ya sabe la respuesta, pero quiere interpelarnos, quiere que libremente respondamos a Su Amor, Él es Amor, el Amor es su Esencia,

Dios al preguntar se abaja para hablar directamente con el hombre, de Tú a tú (de Tú con mayúsculas a tú con minúsculas), Dios se humaniza para que el hombre se divinice ¿acaso hablar con Dios no es participar de su Divinidad?

Esa la Pregunta del Evangelio, ¿Y vosotros, quien decís que soy yo? Es Pedro nos marca el camino, su respuesta no es aventurada, no es una idea que le surja del interior, no, Pedro responde a la Revelación con la Revelación, Dios habla a Pedro, y Pedro, renunciando a sí mismo, acoge la Palabra de Dios, su respuesta no es suya, es de Dios.

Tu es Christus, Filius Dei vivi otra vez 6 palabras, 6 palabras que valen para que el Señor establezca su Primado en la Tierra, recordando que Él es el Señor de la historia, Él es el que realiza el Plan de Salvación, nos dice “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, esto es, no es el hombre el que la edifica, es Él que lleva las riendas, es Él el que dirige, es Él el que cumple con su Alianza.

Pero yo me pregunto, si el Señor sabía que Pedro le negaría, que le abandonaría en la Pasión ¿Por qué eligió a Pedro? ¿Por qué no a Juan, su discípulo más fiel, aquel de mirada profunda, el más elevado de todos?

Y es que el Señor no nos mide por nuestros pecados, Él nos sabe débiles [por eso muere en la Cruz], lo que mira el Señor es nuestra firme decisión de renunciar al pecado, y ese es Pedro, una persona impulsiva, ruda, desconfiada, a fin de cuentas frágil, pero con una inquebrantable decisión de dejarse perdonar por Dios.

Pedro, después de negar por 3 veces al Señor, no siguió el soberbio camino del pobre Judas, sino que humildemente imploró la misericordia infinita de Dios.

Es el corazón humilde de Pedro al que mira el Señor, Pedro es el ejemplo que quiere el Señor que sigamos, la piedra en la que debemos apoyarnos para que Cristo continúe con su Plan Salvífico, continúe edificando su Iglesia, porque no lo olvidemos, fuera de la Iglesia no hay salvación, la Iglesia es la única que prevalecerá contra las puertas del infierno será, y hablar de la Iglesia es hablar a nuestra venerable Madre, el Vaso de Insigne Devoción en el que el Hijo del hombre se encarnó, la Mujer que ganará la batalla final contra la serpiente, acojámonos pues a Ella, María mediadora de todas la gracias, que nos conceda un corazón humilde y un espíritu dispuesto como el de Pedro, que conduzca a nuestras almas, y aquellas que tengamos encomendadas, a la Gloria del Reino Eterno de Dios.

Cristo Rey nuestro, venga tu Reino.

Virgen Prudentísima, María Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.

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