“Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre” (05-06-2021)

“Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre” (Mc 14, 12-16. 22-26)

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cor­dero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»

Él envió a dos discípulos, diciéndoles:  «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde esta la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos. Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»

Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encon­traron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendi­ción9 lo partió y se lo dio, diciendo:

 «Tomad, esto es mi cuerpo.»

Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.

Y les dijo:  «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»

Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

reflexión

Señor, tus palabras me hacen entrar en tierra sagrada. Estoy contigo preparando la cena pascual, formo parte de tus discípulos, que suerte sentir esa gracia, ¡sentirme tan cerquita tuya!

Jesús, tu lo tienes todo pensado y preparado para hacernos el gran regalo, para no dejarnos huérfanos, te vas, pero te quedas. Esta noche tan especial nos vas a hacer el mayor regalo que jamás vamos a recibir, te vas a dar por completo, te das todo Tú, a todos. Te das para quedarte para siempre, te das a tus discípulos y a todas las generaciones que han de venir.

Para hacernos este regalo lo tienes todo preparado, mandas a dos de tus personas de confianza (a dos de tus discípulos) a un lugar grande, alfombrado y dispuesto, para preparar la cena, es decir, los mandas a un buen lugar, no a cualquier sitio, un lugar preparado y dispuesto de forma digna y elegante para el acontecimiento que tienes preparado. Les dices preparadlo todo allí para todos, sí, para todos, para tus discípulos y para toda la humanidad, pues vas a instituir la Eucaristía, pilar fundamental de nuestra fe, el sacramento que tu Iglesia va a velar por guardar y ofrecer a todos sus hijos de generación en generación por siempre.

Ha llegado el momento, estamos en el cenáculo todos juntos en torno a ti.

Jesús, en la cena tomas el pan, lo bendices y nos dices: tomad, esto es mi cuerpo. En este momento Jesús, te conviertes en alimento para todos. Tomar el cuerpo de Cristo es recibirle en todo su ser, cuando lo recibimos entramos en comunión con él.

Luego tomas la copa, pronuncias la acción de gracias, nos das a todos a beber de ella y nos dices: Esta es mi sangre, sangre de la alianza que se derrama por todos.

Utilizas elementos típicos de la cena Pascual, el pan y el vino, para darte por entero a todos, como signo de la alianza entre Dios y la humanidad, porque sabes que te queda poco entre nosotros. Tu entrega es signo de la nueva alianza, consumada en tu Pasión, Muerte y Resurrección.

Qué privilegio tenerte en nuestras vidas, ser cristianos, poder recibirte cada vez que acudamos a la eucaristía. ¡Cuánto me quieres Señor, cuanto nos quieres!

La Eucaristía, don infinito de amor, en el pan y el vino reconocemos el sacrificio de Jesucristo ofrecido por toda la humanidad. La Eucaristía es signo de lo que Dios hizo por nuestra salvación.

Me esperas y te entregas en la Eucaristía por mí, por mis hermanos, por la Humanidad. Ser consciente y sentir esto en lo más profundo de mi corazón, me hace plantearme sí yo cada vez que voy a Misa y se celebra la Eucaristía tengo mi habitación preparada, dispuesta y alfombrada como tu la dispusiste en su día, es decir, ¿tengo mi corazón limpio y preparado para recibir a Dios?.

Jesús sigue presente en los Sacramentos, el se entrega a nosotros. Como dice el evangelio “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre permanece en mi y yo en él”. En la Eucaristía podemos encontrarnos todos los hijos de Dios en comunión. En la Eucaristía pido perdón, proceso mi fe, elevamos nuestra alabanza comunitaria al padre. Y Señor, lo más importante, en cada Eucaristía te entregas y nos das el privilegio de vivir en nosotros cuando te recibimos, ¡qué gran regalo!, que más puedo pedir!

Señor sí realmente fuéramos conscientes del milagro que ocurre en la Eucaristía todo nos parecería poco para alabarte y bendecirte con nuestras palabras y nuestra vida, para estar realmente presentes en la eucaristía en cuerpo, alma y corazón para ti y por ti.

Señor que sea capaz de preparar mi corazón para recibirte como te mereces, que mi alma te anhele y todo mi ser desee vivir la eucaristía diaria como la primera vez.

Señor tu eres mi alimento, que yo pueda ser alimento de los que me rodean. Que la Eucaristía despierte el gusto de mi encuentro contigo y mis hermanos. Porque la eucaristía es una celebración comunitaria consumada para entrar en comunión con los hermanos.

Que sea capaz de vivir la Eucaristía dejándome transformar por el corazón de Jesús, oremos por los sacerdotes para que nunca nos falte este pan de vida.

Doy gracias por la eucaristía don que Cristo dejo a si Iglesia.

Y como dice la canción:

“CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES”

Cantemos al amor de los amores,

Cantemos al señor, Dios está aquí,

Venid, adoradores, adoremos

A Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús,

Cielos y tierra

Bendecid al Señor,

Honor y gloria a ti,

Rey de la Gloria.

Amor por siempre a ti,

Dios del Amor.

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