Gloria nació en el seno de una familia católica practicante “donde la ayuda al prójimo y el servicio a los demás” han sido clave en su vida. “Desde pequeña mi día a día se ha desarrollado alrededor del Señor, gracias a mi abuela paterna y a mi madre, a quienes acompañaba a misa asiduamente”.
En la vivencia de su fe, la Santísima Virgen María ha tenido un papel preponderante. “Cada mañana despierto agradecida con Dios y con mi virgencita de Fátima a quien tengo devoción. Hace más de 20 años hice una promesa a la Virgen de visitarla en su casa en Portugal mensualmente”. Gloria vive la fe “convencida de las bendiciones que el Señor me regala diariamente, me siento una mujer bendecida por Él al permitirme, a través de mi vida laboral, ayudar a muchas personas que lo necesitan”.
Abuela cuidadora de Diana
Un milagro palpable en la vida de Gloria fue el nacimiento de su nieta Diana Marcela. “Desde los cinco meses me ocupo de ella; a los días de nacer en Madrid la ingresaron en Cuidados Intensivos, poco a poco fuimos descubriendo la gravedad de sus dificultades físicas”. Diana tiene ahora 12 años con un diagnóstico de parálisis cerebral.
Sobre el acompañamiento de la Iglesia a personas con discapacidad, Gloria considera que se ha avanzado mucho en la inclusión y adaptación para que estas personas puedan participar activamente de las celebraciones y encuentros. “Creo que podría hacerse más, por ejemplo, en las parroquias debería existir un sitio de descanso para todos los pequeños que necesiten reposar fuera de sus sillas de rueda, así como prever rampas de acceso. Esto ha de ser un planteamiento político y social a escala mundial como cuando se destinaron sitios para la gente fumadora en los aeropuertos”.
En este sentido expresó sentirse muy agradecida por toda la adaptación en Roma, especialmente en el acceso a los templos, “me llevé una gran sorpresa al encontrar todas las adaptaciones para el desplazamiento de las personas con discapacidad, ofreciendo comodidad para las familias como nosotros con la misma dificultad. Lo más importante es fomentar una cultura donde todas las personas se sientan valoradas y respetadas, especialmente todos los individuos que de una u otra manera presentan una discapacidad que les impida su autonomía en el desplazamiento y comunicación”.
Luz de esperanza
Gloria fue una de las feligresas de la Parroquia San Juan Pablo II que participó en el Jubileo de los Movimientos celebrado en Roma los días 7 y 8 de junio, en el marco de una peregrinación diocesana presidida por el arzobispo de Sevilla. Dios le tenía reservado un detalle de amor a ella y a Diana. En la Vigilia de Pentecostés, el sábado 7 de junio por la tarde, el Santo Padre León XVI se detuvo en su recorrido por la Plaza de San Pedro para mirar y bendecir personalmente a Diana, elevada en brazos por agentes de seguridad. “Un momento emocionante, indescriptible. La bendición del Papa León XIV ha sido una luz de esperanza en nuestras vidas, me tomó totalmente por sorpresa, aunque tenía la ilusión al salir de Sevilla rumbo a Roma, de que al menos el Papa la mirase y la bendijese”.
Gloria elevó nuevamente una oración a Dios en la víspera de la solemnidad de Pentecostés, cuando el sucesor de Pedro bendecía a su nieta. “Pedía por sus piernecitas, para que Dios permita que algún día Diana pueda caminar”.
Las múltiples vivencias de esta peregrinación diocesana Gloria las atesorará para siempre. “El gesto generoso del Papa será inolvidable, todo el buen trato recibido durante nuestra visita al Vaticano, la peregrinación a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, Diana portando brevemente la cruz del peregrino, la cercanía y el cariño de todas las personas para procurar el bienestar de la niña ha sido un regalo de Dios”.
Gloria Inés Caicedo Rivera (Popayán, Colombia. 1964)
Médico. Postgrado en Gerencia en Administración de Salud y Medicina Integradora