Monseñor Ramón Valdivia: “Celebrar a san Juan Pablo II es celebrar la santidad”

El obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia, presidió la tarde de este martes 22 de octubre, la Eucaristía en la festividad de san Juan Pablo II, titular de nuestra Parroquia.

“Celebrar a san Juan Pablo II es celebrar la santidad. Es alguien que está tan ligado a nuestra vida que no nos comprenderíamos sin la presencia de san Juan Pablo II. Muchos han sido los títulos que se le han dado al papa santo, pero yo diría que fue el papa que condujo a la Iglesia de un milenio a otro. Su santidad no es la de un héroe, sino la de aquél que se dejó llevar radicalmente por la fuerza del Espíritu Santo. Esa fue su íntima convicción, por eso es la historia de un santo que nos ha acompañado, hemos sido testigos de sus grandes proezas”.

La misa fue concelebrada por el párroco de San Juan Pablo II, D. Adrián Ríos, el vicario parroquial, D. Juan Guzmán, y los sacerdotes D. Miguel González, de la Prelatura del Opus Dei y José María Moriano, legionario de Cristo.

Amistad con Dios

Monseñor Valdivia recordó que la primera encíclica que escribió el papa polaco fue Redemptor Hominis, “donde habla con una antropología de lo que somos, de lo que sostiene nuestra humanidad, de lo que hace distinta la humanidad de la persona que ha sido tocada por Cristo, que no es otra cosa que la profunda amistad con Dios, igual que Moisés, que llevó todo un pueblo en el silencio y a través del desierto a la tierra prometida, su tierra prometida la vivía él como el cambio de milenio”.

“San Juan Pablo II – prosiguió – no dejaba de hablar del amor de Dios. Él tenía la capacidad de encontrarse uno a uno con cada corazón. Esa es la forma de misericordia de Dios que él experimentó, un desbordarse, un desparramarse del amor de Dios por nosotros, como esparce la semilla el buen sembrador”.

Tres grandes retos

El obispo auxiliar de Sevilla esbozó tres grandes retos para la Iglesia en la actualidad que nos invita a imitar de san Juan Pablo II. “El primero de ellos es el encuentro con Cristo, la Iglesia no es absolutamente nada sin el Señor, esta parroquia sería un garaje si no estuviese el Señor, encontrarnos con Él es encontrarnos con nuestro Dios y Salvador, el centro de nuestra vida es Cristo, arrodillarnos ante Él significa dejar espacio para que él transforme nuestro corazón y el resto de la humanidad entera”.

En segundo lugar, “la santidad de san Juan Pablo II estaba marcada por el amor a los más necesitados, enseñándonos siempre que tenemos que mirar más allá de nosotros mismos, abrir las puertas a Cristo, relacionarnos con nuestro mundo de tú a tú, sin vergüenza ninguna, a pecho descubierto”.

Finalmente, “la defensa de la vida, denunciando la cultura de la muerte que está socavando los cimientos de nuestra sociedad. Una sociedad que no se abre a la vida, en el fondo, está anunciando su propia muerte; también nosotros podríamos seguir esa estela, ese encuentro de amor que genera vida. No podemos renunciar a la verdad, no podemos vivir sin el diálogo, pero el diálogo sin la búsqueda de la verdad es simplemente fanfarronería. El Señor, a través de san Juan Pablo II está abriendo diálogos de fe y razón, que nos hacen conocer las razones por las cuales los hombres se mueven, pero nosotros debemos dar razones de nuestra fe, no podemos claudicar, no podemos dejar de ser sal y fermento de la sociedad, sería como apagar la luz que el Señor nos ha encendido con nuestro bautismo”. Monseñor Ramón Valdivia subrayó que 27 años de pontificado permitieron a san Juan Pablo II amar profundamente a la Madre de Dios, “y ojalá nosotros hoy también podamos exclamar Totus Tuus, María”.

Al término de la celebración eucarística, la comunidad parroquial compartió un ágape en la galería del templo.

Galería de la celebración

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